«Hace muchos, muchos años (casi treinta)…
… en un destartalado trastero de la calle Valverde…
…un viejo funcionario creó sin saberlo
una civilización de fundamentalistas
religiosos, recolectores de cacahuetes
y nostálgicos de la estufa eléctrica,
en medio de este caos de guerras fratricidas e histeria colectiva
aterriza un personaje de dudoso origen…
… achatada figura, prominente nariz y pocas trazas de redentor…
su nombre es….
el Capitán Torrezno»

En los albores de este relato surrealista, un viejo funcionario, ajeno al impacto que tendría su creación, daría vida a una civilización peculiar en el submundo de Madrid: Fundamentalistas religiosos, recolectores de cacahuetes y nostálgicos de la estufa eléctrica coexisten así en un tumulto que solo podría haber surgido de la pluma de Santiago Valenzuela. En este cosmos de caos y desvarío, aparece un personaje que desafía todas las convenciones. Aquí empezaran “Las Aventuras del Capitán Torrezno”. En el destartalado sótano de la madrileña calle Valverde, la magia literaria cobrará vida.
Como un dios en su taller cósmico, Valenzuela da los primeros pasos en la creación de su mundo único. Este rincón oscuro se convierte en el crisol donde las ideas se mezclan con lo inverosímil, dando a luz a esta curiosa civilización. Aquí, en el caos de este microcosmos, surge ese personaje que se convertirá en el epicentro de su creación.

En el centro de esta epopeya cómica se encuentra el Micromundo, una creación insólita surgida en el sótano de un funcionario anónimo. José Hilario Viñeiredo Ulías, más que empleado público, se revela como un arquitecto divino, dando vida a un universo en miniatura con personajes diminutos que evolucionan y crean sus propias civilizaciones. La semilla de esta extravagancia germinó sin el mismo saberlo, y como un Dios, quiso dar forma a ese mundo creado por sus propias manos. El escenario cómico se enriquece con esa presencia de “Dios”, y también de un borrachín misterioso que pasea por ese mundo desconocido. Este típico forastero, ajeno a las reglas del mundo, se convierte en el agente cómico que desencadena situaciones fuera de lugar. Su presencia, como la de un títere en un escenario divino, provoca risas y reflexiones sobre la naturaleza misma de la existencia en este universo en miniatura. La esencia cómica radica en el desplazamiento del protagonista. Torrezno, el hombre fuera de lugar, se ve inmerso en un mundo que desconoce por completo. La ocurrente ironía se desata cuando su desconocimiento choca con las peculiaridades de este cosmos en miniatura, resultando en situaciones tan hilarantes como impredecibles. Más allá de ser un delirante escenario, se convierte en un espacio de reflexión sobre lo pequeño y lo grande.
Valenzuela, en su genialidad, desafía las normas narrativas convencionales. La estructura cómica se entrelaza con la sátira, y la trama sigue su propio curso absurdo. La narrativa no lineal y las sorpresas inesperadas mantienen a los lectores en vilo, a la vez que les ofrecen una experiencia ingeniosa que va más allá de los límites tradicionales. Como dios de su creación, Valenzuela posee el poder de influir en la percepción y la comprensión del mundo del Capitán Torrezno. Pero con este poder viene la responsabilidad. Cada palabra tiene el potencial de dar forma a las mentes de los lectores, de inspirar reflexión o evocar emociones profundas. Valenzuela, consciente de esta responsabilidad divina, utiliza su pluma con cautela y propósito. Pero siempre con un tono satírico que se agradece leer en sus tebeos.

En lo gráfico, el arte de Valenzuela, como una extensión de su genialidad, refleja la esencia de ese micromundo. Trazos que oscilan entre lo caótico y lo detallado crean un paisaje visual único. La expresividad de los personajes, desde el Capitán Torrezno hasta los diminutos habitantes del pequeño lugar en el sótano, aporta vida a la comedia y a la reflexión que se entrelazan en estas páginas. Como artífice del cosmos, decide qué formas de vida poblaran el reino. Crea soberanos que gobiernen desde las alturas, héroes destinados a cambiar los destinos, y personitas cuyas vidas componen la narrativa del día a día. Dota a esos seres con dones y maldiciones, con pasiones y propósitos, dándoles la profundidad necesaria para que el tejido de su historia sea rico y complejo. Cada línea que dibuja parece llevar consigo la energía y la vitalidad del acto creativo, como si el propio Valenzuela estuviera dejando su marca en cada rincón de la página. Este enfoque despreocupado pero cuidadoso crea una sensación de espontaneidad y vitalidad en sus ilustraciones. La esencia misma del absurdo que caracteriza las historias de Valenzuela se refleja de manera magistral en su estilo de dibujo. Los personajes, con sus proporciones a menudo exageradas y sus expresiones extravagantes, danzan por las viñetas en un carnaval visual de lo inusual. Aunque los trazos pueden parecer caóticos a primera vista, una mirada más cercana revela la meticulosidad y el detalle que Valenzuela incorpora en su arte. Cada viñeta es una ventana a la complejidad narrativa de sus historias, donde incluso los elementos aparentemente caóticos contribuyen a la riqueza visual y a la construcción de ese mundo único.
La primera edición publicada de estas aventuras corrió a cargo de Ponent Mon entre 2001 y 2003. Ahora, gracias a Astiberri tenemos esta reedición de este primer volumen de siete en total (por ahora). La presente publicación abarca los dos primeros volúmenes originales de la saga. «Las aventuras del Capitán Torrezno 1. Horizontes Lejanos y Escala real» se presenta además con nueva portada, un prólogo de Iván Galiano, un apéndice de 8 páginas a color con las portadas originales y diferente material gráfico de interés que Valenzuela ha rescatado de sus archivos. A medida que cerramos las páginas de este primer tomo, nos queda la anticipación palpable por lo que vendrá a continuación. La promesa del segundo volumen se cierne en el horizonte, invitándonos a embarcarnos en una nueva odisea por el micromundo y más allá. La espera se vuelve un cóctel de emoción y curiosidad, deseando descubrir qué giros surrealistas y risas inesperadas nos aguardan en las próximas páginas. Por ahora sigamos disfrutando de este primer volumen de “Las aventuras del Capitán Torrezno”.
