El Castillo de los Animales: rebelión vigente

La huella de George Orwell en la cultura occidental actual sigue presente, siendo “1984” y “Rebelión en la Granja” sus máximos exponentes. Dos obras, ya atemporales, que siguen cuestionando temas tan universales y necesarios como la libertad individual e intelectual, los derechos humanos y el peligro del totalitarismo. Solo hay que ver algunos exabruptos que se oyen en muchos medios de comunicación para ver la actualidad que mantienen estos textos. Sin duda, estas dos fábulas escritas por Eric Arthur Blair (nombre real de Orwell) conviene seguir teniéndolas en cuenta. Quizá porque el totalitarismo y la intolerancia, alentando los miedos más primarios, sigue presente. Quizá porque lo tratado en esas obras alcanza lo universal en un nivel tan alto que desafía tiempo y lugar, apelando a la condición humana en toda su extensión: tanto a las aristas luminosas y bondadosas como los reversos más egoístas y oscuros.


La mención a George Orwell no es gratuita cuando hablamos de “El Castillo de los Animales” (“Le Château des animaux”) de Xavier Dorison y Félix Delep, que acaba de estrenar Norma Editorial en un flamante primer volumen integral que contienen las dos primeras entregas de la serie: “Miss Bengalor” y “Les Marguerites de l’hiver”. El propio Dorison (“Long John Silver” o “Undertaker”) homenajea a Orwell en el prólogo de este volumen, pues la fábula que aquí nos espera es deudora de “Rebelión en la granja”. Sin embargo, no se queda en la mera reformulación del clásico del escritor inglés, sino que va un paso más allá. Pues no solo el totalitarismo está presente aquí como elemento a combatir, sino que aparece una forma de resistir y rebelarse basada en la resistencia pacífica, deudora de figuras como Gandhi, Martin Luther King o Nelson Mandela: verdaderos héroes reales del pasado siglo XX, que demostraron los grandes logros que se pueden conseguir sin violencia, pero con perseverancia.


“¡Hay que acordarse de este día, Miss. B!

Como el último día que no hicimos nada”

El Castillo de los animales texto 02


De esos mimbres surge esta fábula animal, como retrato y sátira de cualquier sociedad humana que este bajo el yugo de un tirano. Da igual la corriente ideológica en la que el déspota se excuse para mantener su totalitarismo: un dictador es un dictador. Ya en el siglo XX hemos conocido de ambos espectros del pensamiento político, quedando los resultados idénticos para el ciudadano medio: privación de libertad y de recursos básicos. Y de eso habla este tebeo: del peligro de perder la libertad y la libertad, condenando a la población a la mera supervivencia mientras son explotados en aras de entelequias como “la patria” y demás lugares comunes, alentando un miedo hacia un enemigo que sirve para que el trono “del jefe” siga caliente. También de combatirlo sin violencia, pero firmemente.

Todo ello viene muy bien reflejado en esta fábula en viñetas, en la que Dorison hace un gran ejercicio narrativo y de caracterización literaria del “dramatis personae” que compone la obra. A su lado, el soberbio Félix Delep hace magia con su arte, humanizando todos y cada uno de los animales que pueblan este “Castillo de animales”, metiéndonos de lleno en la historia de Miss Bengalor y el resto de habitantes que viven oprimidos por Silvio, el toro que lidera la comunidad (cuyo diseño está inspirado en Iósif Stalin) y su guardia pretoriana de perros.

Todo personaje que aparece en este primer integral, como indicamos, está perfectamente definido y humanizado, tanto textual como gráficamente, siendo el primero de los muchos puntos fuertes de este tebeo. Con ello, el relato fluye de forma orgánica mientras la trama despliega los elementos de interés que, con oficio, Dorison siembra de forma magistral. En perfecta sincronía, las páginas dibujadas por Delep dan vida a estos animales tan humanos y trasladan al lector al interior de ese castillo, para que sea testigo de la opresión y de la injusticia. Pero también para que vea la toma de conciencia y el comienzo del despertar de esa sociedad compuesta de gatos, conejos, gallinas, chivos, burros, ovejas y demás animales. Toda una metáfora de lo humano , lo político y lo social, perfilada con maestría prodigiosa.

Eso espera en este primer integral, que acaba de editar en castellano Norma Editorial: 148 páginas en un cuidado formato cartoné, que, además de los dos primeros volúmenes de la serie, cuenta como extras con dibujos, bocetos y las dos portadas de los dos álbumes a cargo de Delep. Sin duda, el primer integral de “El Castillo de los Animales” va a suponer un hallazgo para todo aquel que guste de tebeos con empaque. Esperamos que Casterman saqué enseguida el cuarto y último álbum de la saga “ Le Sang du roi”, para que así Norma pueda editar cuanto antes el segundo integral que cierra la saga, quizá destinada a ser uno de los clásicos de la Bande Dessinée del futuro. Una obra en la que vemos que no solo el legado de Orwell sigue vigente, sino que, si el escritor ingles pudiera leerla, seguro que disfrutaría con ella. Definitivamente, Norma se ha guardado un cuidado y pulido diamante para cerrar su año editorial por todo lo alto.

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