
Para comprender la relación entre los samuráis, el mundo cristiano y la esclavitud, es esencial sumergirse en la historia de los samuráis y su papel en el Japón feudal. Un ejemplo claro es el tebeo que tenemos entre manos llamado “Kuro-San: El Samurái Negro” (“Kuro San: Le Samuraï Noir”) de Thierry Gloris, Emiliano Zarcone, Bruno Tatti y Cyril Saint-Blancat. Los samuráis fueron una clase militar de élite en Japón durante siglos, desde el período Kamakura (1185-1333) hasta la era Edo (1603-1868). Eran guerreros altamente capacitados y dedicados a servir a sus señores feudales. La llegada de un africano de gran altura a Japón sorprendió a todo el mundo, la idea de un samurái no japonés era algo inaudito. Aquí tenemos la prueba de esa historia.
Los orígenes de los samuráis se remontan al siglo X, cuando surgieron como una clase militar en un Japón dividido y en constante conflicto. Su función principal era servir como protectores de la nobleza y mantener el orden en una sociedad marcada por la guerra constante. Con el tiempo, los samuráis se convirtieron en una casta con su propio código de conducta y ética, conocido como el «bushido». El bushido, el código de honor de los samuráis, era una parte fundamental de su identidad. Este código incluía principios como la lealtad, el honor, la valentía, la rectitud, la cortesía, la sinceridad, la lealtad y la autodisciplina. Los samuráis seguían estos principios rigurosamente y se esforzaban por mantener un alto nivel de moralidad y rectitud en todas sus acciones. Los samuráis desempeñaron un papel vital en la sociedad japonesa feudal. Además de servir como guerreros, también actuaban como administradores y protectores de las tierras de sus señores. Esta función los convirtió en figuras influyentes en la política y la sociedad de la época.

Por otro lado, la llegada del del cristianismo a Japón se remonta al siglo XVI, cuando los misioneros jesuitas comenzaron a difundir la fe cristiana en el país. El cristianismo pronto ganó seguidores en Japón. La relación entre los samuráis y el cristianismo fue compleja y variada. Algunos samuráis se convirtieron al cristianismo y adoptaron la fe, lo que a menudo llevó a conflictos con las autoridades japonesas que veían el cristianismo como una amenaza al poder establecido. Sin embargo, otros samuráis mantuvieron sus creencias tradicionales y se opusieron a la difusión del cristianismo en Japón. En el sistema feudal japonés, los samuráis juraban lealtad a sus daimyos, quienes a su vez eran vasallos del shogun. Los samuráis estaban obligados a servir a sus señores y luchar en sus campañas militares. A cambio, recibían tierras y protección. Si bien no eran esclavos en el sentido tradicional, su vida y su libertad estaban en gran medida ligadas a sus señores feudales. Es importante destacar que, aunque Japón no tenía un sistema de esclavitud similar al de las colonias europeas en América, sí existían formas de servidumbre y trabajo forzado en la sociedad japonesa. Los campesinos y artesanos estaban obligados a trabajar para los señores feudales y estaban sujetos a restricciones y limitaciones en su movilidad y libertad personal. Y por otro lado vemos la trata de esclavos africanos, un comercio global que involucró a europeos, africanos y americanos. Los africanos fueron capturados en sus tierras natales, transportados a América en barcos de esclavos en condiciones horribles y vendidos como propiedad.
En este tebeo tenemos esa mezcla entre la cultura oriental y la cultura occidental. Y ese punto que combina la realidad con la ficción. En la dos la esclavitud se veía desde puntos de vista diferentes. Y como puede evolucionar una relación de amo y esclavo hasta pasar a un trato familiar casi de sangre. En esta historia tenemos al jesuita Alessandro Valignano con su esclavo Joseph (de nombre cristiano) y de nombre real Yussuf de la tribu de los Makua. Es vendido al señor feudal japonés Oda Nobunaga, debido a sus características físicas extraordinarias y su color de piel tan diferente. Desde ese momento vuelven a ponerle otro apodo debido a que su nombre es impronunciable para los japoneses. Se lo conocerá como “Kuro” (“Negro» en japonés). Tras contar su historia a gran líder Nobunaga este lo vuelve a renombrar como Yasuke. Así comenzará su aprendizaje de la cultura japonesa y sus tradiciones. Aunque muchos de los habitantes de ese lugar lo consideran un Gaijin, eso cambiará con el tiempo. Las enseñanzas de la cultura japonesa para Yasuke son profundas, ya que se basan en una rica tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos. Poco a poco vamos viendo su evolución para transformarse en un el leal luchador de Nobunaga, hasta convertirlo en un gran guerrero. Estas enseñanzas no solo se aplican a la destreza en la lucha, sino que también se centran en la ética, la disciplina y la búsqueda constante de la excelencia en todas las facetas de la vida. La disciplina es esencial en el camino del samurái. A través de rigurosos entrenamientos en artes marciales, meditación y etiqueta, los samuráis desarrollan una mente y un cuerpo fuertes. Así vemos como nuestro Kuro-San (“Señor Negro” en japonés) va interactuando con todos los personajes del relato. La humildad es otra lección importante. A pesar de su habilidad en la batalla, un samurái debe mantener la humildad y nunca subestimar a sus oponentes. La humildad también se extiende a la forma en que tratan a los demás, independientemente de su posición social. El respeto por la naturaleza y la armonía con ella son aspectos clave de la cultura japonesa. Los samuráis aprenden a apreciar la belleza de la naturaleza y a vivir en armonía con ella, uno de los detalles que relata Yasuke en su infancia traumática. Por eso la integridad y la honestidad de este personaje son valores inquebrantables.

Leyendo el cómic se percibe un gran trabajo de investigación de Thierry Gloris antes de comenzar a escribir sobre samuráis. Su meticulosa atención a los detalles históricos y culturales le permite crear cómics que reflejan con precisión la época feudal japonesa. Gloris se empapa en los códigos de honor y los valores fundamentales de los samuráis, como el «Bushido«. Sus historias exploran cómo estos valores influyen en las decisiones y el comportamiento de los personajes, lo que añade capas de complejidad moral a la trama. Sus guiones logran un equilibrio efectivo entre la intriga y la acción. A menudo, sus cómics están llenos de escenas de combate muy cuidadas y emocionantes, pero también se centran en las intrigas políticas y sociales de la época feudal.
Emiliano Zarcone se distingue por su habilidad para crear ilustraciones detalladas y expresivas. Su estilo artístico es versátil y se adapta perfectamente al género de la historia. Cada línea y cada trazo en sus viñetas está cargado de emoción y energía. Zarcone da vida a los personajes con una precisión impresionante, capturando no solo sus apariencias físicas, sino también sus emociones y personalidades. La acción en las viñetas fluye de manera natural, lo que permite a los lectores sumergirse por completo en el mundo de los samuráis.

Por otro lado, Bruno Tatti, añade una dimensión cromática vital al cómic. Sus elecciones de color son fundamentales para establecer la atmósfera y el tono de la historia. Tatti utiliza una paleta de colores cuidadosamente seleccionada para realzar los momentos de tensión, la belleza de los paisajes y la intensidad de las batallas. Su dominio de la iluminación y las sombras contribuye en gran medida a la profundidad visual de cada viñeta. Además, la elección de colores en el vestuario de los personajes y en los fondos proporciona coherencia y contexto a la narrativa. En el segundo número de esta historia, el color es llevado por Cyril Saint-Blancat con un estilo más oscurecido respecto de la primera parte, debido principalmente a la narrativa que se desarrolla en la misma.
La edición original se publicó en Francia en dos volúmenes de la mano de Editions Delcourt entre 2021 y 2022. Ahora en España podemos disfrutar de esta maravillosa obra de forma completa gracias al trabajo de Tengu Ediciones. Con un formato integral de tamaño europeo como el original, en tapa dura con 120 páginas, «Kuro-San: El Samurái Negro» es un testimonio de cómo el cómic puede ser una forma poderosa de contar historias que exploran temas universales como la justicia, la redención y la lucha por la libertad. La historia de Yasuke, el primer samurái africano, es un recordatorio de la diversidad y la riqueza cultural que ha caracterizado a Japón a lo largo de su historia. Su legado perdura como un testimonio de la capacidad de las personas para superar barreras culturales y encontrar su lugar en un mundo nuevo y desconocido. Yasuke sigue siendo una figura inspiradora que representa la perseverancia y la valentía en tiempos de adversidad.
