
Hay tebeos por los que no pasa el tiempo. Da igual cuantas décadas lleven publicados, cuando alguien se asome a sus páginas quedará atrapado por propuestas que no pierden ni un ápice de su fuerza conceptual y gráfica. Es indiferente que el contexto socio cultural haya evolucionado, porque estas obras se dirigen directamente a lo instintivo, más allá de cuestiones coyunturales y de esas modas que al igual que vienen se van. Esa cualidad la atesora el tebeo que nos ocupa hoy: “Succión. El Estatus de Basil” (“Suckle: The Status of Basil”), de Dave Cooper, que La Cúpula ha tenido a bien reeditar este año.
Dave Cooper (“Flujo” o “Escombros”) se hizo un nombre en el cómic underground internacional a finales del siglo XX con un estilo tan personal como estimulante. De esos que no dejan indiferente a través de propuestas que, si bien en un acercamiento superficial pueden parecer simple entretenimiento en viñetas, esconden en sus adentros gemas más densas y complejas que apelan a lo íntimamente universal.

Muestra de todo ello es “Succión”, donde “Basil”, el protagonista nace en soledad y busca la amistad, la compañía… esa búsqueda le llevara por un camino donde lo más primario del ser humano es mostrado por Cooper sin sutilezas, pero cargado de una potente fuerza metafórica. Esa que se dota del gomoso y multiforme trazo de este artista, capaz de ir mutando esas viñetas en las que forma y esencia se asemejan por lo que significan a cada paso que dan.
Discurriendo entre lo onírico y lo metafórico, puede parecer que las páginas de “Succión” se nos presentan a bocajarro, pero forman parte de un plan mayor. Pues el propósito que subyace navega entre la pulsión de lo universal y el aliento de lo íntimo, entroncando con la existencia misma y al sentido que tiene. Una búsqueda primaria casi antropológica, entre la pureza de lo ideal y la imperfección humana. Fluyendo entre lo lúdico y lo lírico, como un buen sueño hecho viñetas.

Eso nos espera en las 150 páginas en formato cartoné que ha reeditado La Cúpula: Un viaje tan lisérgico como conceptualmente brillante, que seduce por lo instintivo y deja un poso cómplice tras su lectura. Un recorrido, en definitiva, que mantiene todas sus propiedades y fuerza intactas, las mismas de cuando fue estrenado por Fantagraphics en 1997 y traído a la península en 2011 por La Cúpula. “Succión” conserva todas y cada una de sus viñetas vigentes y rotundamente certeras. Con la potencia inmaculada de su narrativa gráfica. Es, en definitiva, la frescura que solo tienen los tebeos que marcan la diferencia. “Succión” es uno de ellos: un cómic que por mucho que pase el tiempo, no se marchita su propuesta, pues lo que encierra es inmarcesible.
