Crossover volumen 2. ¡Cuidado no os partan la cabeza!

La continuación de la serie “Crossover” nos brinda de primeras un curioso de interludio a cargo de Chip Zdarsky, Phil Hester y Andy Parks, junto al color de Dee Cunniffe, donde el propio Zdarsky que se convierte en el protagonista de su propia historia al enfrentarse a una fuerza siniestra que lo persigue incansablemente. Este intrigante número, marca el inicio de «Crossover volumen 2» («Crossover Vol. 2: The Ten-Cent Plague») comenzando un tomo sumamente interesante.

La premisa nos sumerge en un mundo donde los cómics están prohibidos y Chip Zdarsky se ve atrapado en una peligrosa persecución. Utilizando un nombre falso y desplazándose entre diferentes situaciones, el autor comprende que no está solo en esta carrera contra un destino incierto. Su camino se cruza con una versión de sí mismo plasmada en uno de sus cómics, específicamente en «Sex Criminals» , una creación conjunta con «Matt Fraction«. Sin embargo, la versión «Sex Crimilas» de Zdarsky le advierte sobre una amenaza aún mayor que los acecha, llevándolos a un intento desesperado por escapar. El contrapunto entre ambos Zdarsky, el real y el de las viñetas, añade una dimensión fascinante al relato. Este juego metanarrativo se convierte en una suerte de sesión terapéutica, explorando facetas de la identidad y la creatividad. Zdarsky utiliza su creación ficticia como un mecanismo de protección, personificando su faceta audaz y desinhibida. Sin embargo, el cómic también nos permite adentrarnos en la vulnerabilidad del artista, desvelando temores y neurosis que subyacen en cada creador. La trama adquiere profundidad al abordar el tema principal de la serie. Zdarsky reflexiona sobre el temor de los personajes que ha dado vida en sus obras, temiendo que se levanten en su contra debido a las experiencias a las que los ha sometido. Esta noción se conecta con el misterio en torno a los creadores de cómics que están siendo perseguidos y asesinados. La trama da un giro inesperado al plantear la posibilidad de que la amenaza no provenga de humanos comunes, sino que se trate de personajes de cómic que han escapado de su propia realidad. Este giro, aunque no es completamente original, aporta una dimensión intrigante a la historia, recordando en cierta manera al Grant Morrison de clásico «Animal Man #26». La narración visual de Hester alcanza su máximo esplendor en este número. Su estilo, menos caricaturesco que en trabajos de superhéroes, dota a la historia de una estética impactante y realista. La representación visual, si bien no llega a ser hiperrealista, otorga una nueva dinámica que resalta la trama.

Tras ese curioso interludio, se retoma historia principal de Donny Cates, Geoff Shaw y Dee Cunniffe: Tras la sorpresa de la última página del primer «Crossover«, la aventura comienza con un repaso de eventos pasados y luego alguien esboza cómo debería haber concluido la batalla bajo la cúpula en papel de cuaderno. El Agente Pendleton lo observa y se enfurece, pero le informan que la persona que lo dibujó ya está medicada y fuera de peligro. Mientras tanto, Ryan y Elle tienen una conversación sincera en un motel barato, pero no tan agradable. Ryan se enoja al descubrir que Elle le ocultó su verdadera naturaleza, y ella saca a relucir todas las malas acciones que él ha cometido desde que comenzaron a pasar tiempo juntos. La policía irrumpe y derriba la puerta, pero son Deena Pilgrim y Christian Walker de Powers. Elle los amenaza con Valofax, Deena la inmoviliza con una pistola eléctrica y todos terminan en el Powerhouse, donde el Agente Pendleton lleva a Ryan a encontrarse con su padre.

A partir de ahí, Donny Cates se centra en Elle y Ryan, obteniendo un resultado magnífico. Ninguno puede confiar del todo en el otro, y su conversación refleja esa realidad. Toda su relación se ha basado en mentiras y en las peores acciones posibles, y esto se describe maravillosamente. La aparición de los policías de Powers es la guinda del pastel y plantea aún más interrogantes, ya que está claro que están colaborando con Pendleton, algo que antes parecía imposible, dado que los personajes de cómic están prohibidos. La última página con Pendleton y Ryan menciona a los creadores de cómic fallecidos y prepara el terreno para un enfrentamiento entre Ryan y su padre, lo cual promete ser muy emocionante.

Geoff Shaw arrasa desde la primera página. Las páginas dibujadas a mano que revelan lo que debería haber sucedido son simples bocetos a lápiz, pero extremadamente detallados, y aunque a veces pueden ser difíciles de leer, parece que ese es precisamente el propósito. La secuencia inicial es excelente y Shaw continúa en la misma línea, trabajando en perfecta armonía con Cunniffe.

Cates ha sido elogiado y criticado por su estilo de narración implacable, en el cual puede presentar contenido tan desquiciado sin dar un respiro a la historia. Aunque se restringe un poco en este libro, sus ideas no siempre se ensamblan de manera adecuada, especialmente cuando decide volverse meta. Tomando como referencia la pauta de los libros finales de «La Torre Oscura» de Stephen King, Cates aparece a sí mismo, sirviendo como catalizador del Evento. A pesar de su ingeniosa observación sobre su parecido con Alan Moore, la historia comienza a sentirse indulgente y la presencia de personajes ficticios en el mundo real no se siente tan innovadora.

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En este volumen hay algunos casos en los que Cates abraza su estilo implacable, especialmente en el clímax, lo que permite a Geoff Shaw ilustrar secuencias de acción exageradas donde puede jugar con la disposición de los paneles, mientras que el colorido de Dee Cunniffe refuerza lo plasmado. Sin embargo, debido a la participación de otros creadores, tanto Brian Michael Bendis como Robert Kirkman tienen la oportunidad de escribir algunas páginas, mientras que otros artistas contribuyen, como los mencionados Phil Hester y Michael Avon Oeming, cuyos estilos no encajan bien con el detallado estilo visceral de Shaw a lo largo de la serie.

Todo este relato, se publicó originariamente en grapa por Image comics en las entregas #7 a #13. En España, Panini comics lo editó en formato cartoné incluyendo en el volumen las reproducciones de las portadas alternativas que se publicaron en el mercado americano, realizadas por los artistas John J. Hill, Megan Hutchison-Cates, Dan Panosian, Dylan Burnett, Adam Gorham, Martin Simmonds y Jonathan Hickman.

En definitiva, la segunda parte de Crossover continúa siendo una experiencia única y valiosa para los amantes de los cómics, con su mezcla de mundos y personajes. Aunque presenta algunos altibajos en términos de cohesión, su originalidad y la combinación de elementos del cómic y la realidad siguen siendo sus puntos fuertes. Cates y Shaw siguen navegando por aguas inexploradas, y a pesar de algunas áreas de mejora, Crossover sigue siendo un título intrigante y emocionante que abre puertas a nuevas posibilidades narrativas en el mundo del cómic.

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