El chico y el perro: perseverancia canina

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Noreste de Tokio. 11 de marzo de 2011. Un terremoto de escala 9,1 sacude el noreste de Tokio. En la costa de Honshu (prefectura de Miyagi) olas de más de 9 metros inundan la costa. En tan solo 24 horas, una réplica de escala 6,2 se ensaña con las prefecturas de Nagano y Niigata. La central de Fukushima queda seriamente dañada, provocándose en ella el accidente nuclear de mayor envergadura en Japón. Otra réplica golpea la costa de Honshu. La tierra tembló y los mares asolaron las costas: 20.000 fallecidos y 2.500 personas desaparecidas fue el coste del terremoto más grande ocurrido en Japón, además de los dantestos daños materiales y económicos y un largo camino de reconstrucción.

Ese contexto real e histórico es el punto de partida del manga que hoy nos ocupa. Un manga donde  Takashi Murakami (“El perro enamorado de las estrellas” o “El pájaro azul”) adapta la novela de Seishu Hase a las viñetas: “El chico y el perro” (“Shounen to Inu”, 少年と犬 ), editada recientemente en castellano por Distrito Manga.

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Al igual que la premiada novela de Seishu Hase, el manga nos cuenta la historia de Tamon, un perro que sobrevive al terremoto y emprende un viaje hacia el sur donde va a recorrer gran parte de Japón. La razón: busca a un superviviente que perdió en el terremoto. En su camino conocerá a varios humanos con los que compartirá vivencias. Personas tan dispares como es la humanidad misma. Hecho que sirve para ir ahondando en las vidas que Tamon se cruza con ellas: un maduro anciano, un ladrón, una prostituta o un hombre de oficio dudoso. El animal no olvidará su objetivo en ningún momento, y como muestra de lealtad canina, será persistente en su camino hacia el sur.

Takashi Murakami adapta con precisión en este manga la novela de Seishu Hase, plasmando lo esencial del relato en viñetas que capturan toda la emotividad y crudeza que desprende el texto original. Con el tono y ritmo preciso, las páginas de la obra nos llevan por la odisea de Tamon, potenciando Murakami todas los puntos fuertes de esta odisea canina y a la vez tan humana.

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Emotividad y sobriedad se dan la mano en estas viñetas, transitando por un relato que discurre de forma naturalmente orgánica, que fluye sin estridencias. Más que una traslación en viñetas, Murakami ha cogido la esencia de la novela para sintetizar lo esencial y más valioso del texto y llevarlo a un acertado nivel estético en el que su narrativa gráfica potencie lo contado. El resultado: un conmovedor manga que atrapa al lector de forma sutil pero desgarradoramente certera.

Eso es lo que nos esperan en las 216 páginas de “El chico y el perro”, editado en formato rústica con solapas por Distrito Manga. Un relato potente, fiel a la novela original, y a la vez una obra que rezuma personalidad propia, por la maestría con la que Murakami ha trasladado a las viñetas la novela de Seishu Haze.  Tal es la potencia de esta obra, que una vez leída, muchos opten por ir a la novela a ahondar más en la historia. Señal de que Murakami ha firmado un trabajo notable con su manga.

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