Cazarranas: Siempre existe un túnel al final del camino

El tiempo de vida de las personas es un concepto fascinante y, a la vez, efímero. Desde el momento en que nacemos, el reloj comienza a contar y nuestra existencia comienza a transcurrir por el sendero del tiempo. Cada ser humano, sin importar su origen, cultura o estatus social, está destinado a enfrentar el inexorable paso de los años. La vida se desarrolla en un continuo fluir de momentos, experiencias y aprendizajes. Cada instante es único y no puede ser recuperado. Es un recordatorio constante de nuestra mortalidad y la necesidad de aprovechar al máximo cada minuto, pues el tiempo, a diferencia de cualquier otra cosa en el universo, no puede ser recuperado una vez que ha pasado. En el tebeo que nos embarca Jeff Lemire llamado “Cazarranas”(“Frogcatchers”) apreciamos el transcurso de la vida.

El tiempo es relativo. Algunos disfrutan de una larga existencia, superando con creces los cien años, mientras que otros ven su paso por este mundo reducido a apenas unas pocas décadas. En medio de este rango de duración, se esconden las múltiples facetas de la vida humana: la infancia, la juventud, la adultez y la vejez. Cada etapa lleva consigo sus propias alegrías, desafíos y sorpresas. El tiempo también puede ser percibido de manera subjetiva. A menudo, sentimos que el reloj avanza rápidamente cuando estamos ocupados o disfrutando de momentos felices, mientras que parece detenerse en momentos de dolor, tristeza o aburrimiento. La percepción del tiempo influye en la forma en que vivimos nuestras vidas y cómo valoramos cada experiencia.

Es natural que, a medida que envejecemos, nos enfrentemos a la reflexión sobre el tiempo de vida que hemos tenido y cómo lo hemos utilizado. Es común preguntarse si hemos aprovechado nuestras oportunidades, si hemos sido buenos con nosotros mismos y con los demás, y si hemos dejado un impacto positivo en el mundo que nos rodea. A través del tiempo de vida de las personas, aprendemos que la vida es frágil y preciosa, y que cada día es una oportunidad para hacer algo significativo. Las relaciones con nuestros seres queridos, el crecimiento personal, la contribución a la sociedad y la búsqueda de la felicidad son aspectos fundamentales de nuestra existencia.

En comic de “Cazarranas” Lemire nos golpea muy fuerte con los sentimientos que se generan en los momentos más tristes de la vida, pero da un halo de esperanza al recordar aquellos niños que jugaban en la calle siendo muy felices. Utiliza varias premisas para ir desenvolviendo la trama: Un hotel embrujado al borde de la realidad, un puente sin fin que cruza un océano infinito y un hombre y un niño que buscan una salida. Este guionista americano usa la caza de ranas para llevarnos por ese mundo que va desarrollando delante de nuestros ojos. Para algunas personas, cazar ranas es una forma de conectar con la naturaleza y disfrutar del aire libre. Salir en busca de estos pequeños anfibios puede ser una experiencia emocionante y educativa, especialmente para los más jóvenes. La observación de su comportamiento, su hábitat y su diversidad puede generar un mayor aprecio y respeto por la fauna y el ecosistema. En este caso Lemire mezcla la ficción de un mundo gobernado por ranas con las vivencias de los dos personajes que aparecen en el tebeo. Nos va llevando por la revisión de una vida intensa situada en el Hotel Edgewater, recapitulando momentos y recuerdos cruciales a lo largo de toda la existencia del protagonista. No solo se trata de recuerdos visuales, sino también de sensaciones, emociones y conexiones con otras personas. Esos recuerdos varían desde momentos de felicidad y amor hasta situaciones difíciles o dolorosas. La revisión de vida parece actuar como una oportunidad de reflexión y aprendizaje, donde cada experiencia vivida adquiere un significado más profundo.

Sus dibujos están impregnados de una profundidad emocional que permite que los personajes cobren vida en cada viñeta. Lemire tiene la habilidad de capturar las emociones humanas con una simplicidad y autenticidad que conecta de manera íntima con los lectores. Sus personajes están llenos de expresiones faciales que transmiten una amplia gama de sentimientos, desde el pánico hasta la emoción juvenil. En cuanto al estilo gráfico, Jeff Lemire utiliza líneas limpias y un enfoque minimalista que logra transmitir una sensación de intimidad y cercanía. Su uso del blanco y negro, así como su manejo de la composición y el espacio en las viñetas, crean un ambiente único que invita a sumergirse en sus historias. Otra característica distintiva del arte de Lemire es su capacidad para combinar elementos de géneros diversos, como la ciencia ficción, el misterio, el drama y lo sobrenatural, lo que le da a sus cómics una sensación de originalidad y versatilidad.

La edición original se publicó bajo el sello Gallery Books en 2019. Y en 2023, Astiberri Ediciones nos acaba de traer esta magnifica obra de 112 páginas con solapas, en su línea de publicación llamada “Sillón Orejero”.

Al terminar la lectura de este tebeo se ve como este autor logra capturar el significado de estar vivo. Para terminar, me surge una reflexión: el tiempo de vida de las personas es un regalo valioso y fugaz. Aprovecharlo al máximo, vivir con propósito y cultivar relaciones nos permitirá encontrar un significado más profundo en nuestras vidas y dejar una huella perdurable en el tiempo, incluso después de que hayamos partido. Así, la este tebeo se convierte en un hermoso poema que se despliega a lo largo de los años, con sus altibajos, pero siempre ofreciendo oportunidades para aprender, amar y crecer.

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