
En lo más profundo de un orbe desconocido, un hombre con un casco brillante se enfrenta a un desafío sin igual: llegar al último nivel de un mundo de lo más peculiar. Para él, cada paso es como si fuera un avance en un videojuego épico, una meta que ansía alcanzar con fervor. Pero, mientras avanza a través de los túneles, conductos y tubos, una pregunta persistente lo atormenta: «¿Dónde está la entrada al siguiente nivel?».
En el tebeo llamado “Fuego de Bengala” de David Sánchez veremos a ese hombre que, con cada giro y cada bifurcación, busca desesperadamente algún indicio, algún símbolo que lo guíe hacia adelante. Cada marca parece ser una clave, una pista crucial en esta travesía que desafía los límites de lo conocido. Pero, mientras avanza, el enigma se vuelve más profundo, más complejo. Y con cada paso que da, una inquietud empieza a surgir en su mente. El hombre con casco se detiene en medio de un cruce de caminos y mira a su alrededor, sumido en pensamientos introspectivos. ¿Qué hay más allá de este laberinto? ¿Acaso hay un último nivel o es solo una ilusión creada por su deseo de alcanzar una meta aparentemente inalcanzable? La infinitud de la existencia parece abrumadora, y la mente del hombre con casco se ve sumida en una lucha interna. Mientras busca respuestas, la inmensidad del laberinto se vuelve un reflejo de los misterios del universo y la naturaleza infinita de la realidad. El mundo a su alrededor es un recordatorio constante de que hay más de lo que los ojos pueden ver y más allá de lo que la mente puede comprender. La obsesión por llegar al último nivel, como si de un videojuego se tratase, se convierte en una reflexión profunda sobre cómo nuestra mente puede crear límites imaginarios que nos impiden ver la vastedad de posibilidades que nos rodean. La obra de David Sánchez es una verdadera maravilla que nos invita a cuestionar las fronteras de la percepción y la comprensión. A través de lagartos guerrero o patos humanizados, nos sumerge en un mundo surrealista donde la realidad se desdibuja y se mezcla con la fantasía, recordándonos que las historias pueden adoptar cualquier forma y no están limitadas por las convenciones tradicionales.

En el mágico y enigmático mundo de «Fuego de Bengala», la pluma maestra de David Sánchez nos sumerge en un viaje asombroso, donde la realidad y la fantasía se entrelazan en una danza inigualable. Aunque parece un formato aparentemente sencillo, esta interesante obra nos invita a explorar los misterios de la existencia a través de diferentes fabulas y seres antropomórficos, que actúan como guías en un bucle infinito de reflexión y trascendencia. La historia se desenvuelve en un mundo en el que las posibilidades parecen no tener límites, donde cada página es una ventana hacia nuevos horizontes de significado. A lo largo del tebeo, nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y la búsqueda de la verdad. Cada página es una invitación a explorar los límites de nuestra propia mente y a cuestionar nuestras creencias sobre el mundo que nos rodea. El flujo narrativo es fluido y dinámico, lo que permite que la historia avance con naturalidad. Las viñetas y las páginas están dispuestos de manera ingeniosa, creando una sensación de movimiento y ritmo que mantiene al lector inmerso en la trama.
El dibujo y la ilustración son una parte esencial de este tebeo, ya que transportan al lector a un mundo cercano a los videojuegos, pero repletos personajes psicotrópicos donde la realidad y la fantasía se entrelazan en una danza hipnótica. Sus trazos son muy claros sin líneas que emborronen nada, consiguiendo dar vida a un universo sorprendente, poblado por lagartos, patos y escorpiones con cuerpo humano que personifican conceptos abstractos y misteriosos. Cada personaje está lleno de expresividad y carácter, transmitiendo emociones a través de su diseño. El juego que realiza con los cascos del protagonista principal hace que el lector no tenga claro quién es el “malo” o el “bueno” de la historia, si es que se pudiera aplicar esas palabras en este tebeo.

Tras “Un millón de años” y “En otro lugar, un poco más tarde” llega “Fuego de Bengala”, como cierre de lo que David Sánchez concibió como un tríptico, en el que luce su mejor trabajo en solitario, editrado por Astiberri Ediciones, en un formato de 96 páginas a color y tapa dura con un tamaño de 19 x 26 centímetros. Así se cierra esta trilogía que despierta la imaginación y la reflexión del lector. Nos sumerge en un laberinto de enigmas y metáforas, donde cada página es una experiencia visual y conceptual única. La combinación de elementos surrealistas con profundas reflexiones sobre la naturaleza de la realidad, nos invita a cuestionar nuestros propios límites mentales y a explorar la infinitud de posibilidades que la existencia nos ofrece. El detalle final es la referencia que usa David Sanchez para esta obra con una cita a Moebius, su mayor referente, para ilustrar su propósito: “Una historia no tiene por qué ser como una casa, con su puerta para entrar, sus ventanas para ver el paisaje y su chimenea para el humo. También es perfectamente imaginable una historia en forma de elefante, de campo de trigo o de fuego de bengala”. Disfrutémosla.
