
«Identidad: 1. Cualidad de idéntico. ‖ 2. Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. ‖ 3. Consciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. ‖ 4. Hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca. Ocultaba su identidad. ‖ 5. Mat. Igualdad algebraica que se verifica siempre, cualquiera que sea el valor de sus variables.» (Diccionario esencial de la lengua española 2006, Real Academia Española)
Desde una perspectiva individual, la identidad se puede considerar un fenómeno subjetivo, de gestación personal y que va cimentándose interactuando con los demás y gestándose entre grupos sociales de pertenencia y referencia. Es la reafirmación del ser frente a su entorno, la constatación de su propia existencia. Ahora bien, si este sentido de la identidad, tuviera como sustento condicional la necesidad de una fuerte presencia en la sociedad, ¿cómo podrían reaccionar los individuos?

Son preguntas que subyacen en el tebeo que centra hoy nuestra atención: “El gran vacío” (“Le grand vide”), de Léa Murawiec, que ha editado en castellano por Salamandra Graphic. Un debut que obtuvo por méritos propios el Gran Premio del Público en el Festival de Angoulême en 2022. Razones para ello hay de sobra en las páginas que nos esperan en el cómic. Intentaremos ahondar en ellas a continuación.
“¡Pero Manel Naher soy yo!”
Así se expresa la protagonista del cómic cuando descubre que comparte su nombre con una celebre cantante pop. El nombre, lo que identifica al sujeto frente al resto y el conjunto, lo que distingue, designa y singulariza. Ese hecho, en la sociedad distópica en la que vive, puede ser muy peligroso. Pues la presencia social es una de las mayores fuentes de riqueza en su mundo. Es lo que propicia el ascenso social, el reconocimiento y, lo que es más importante, condiciona la existencia física del poseedor del nombre, pudiendo morir en caso de ser ninguneado por el resto. La presencia es pues vida. El olvido, la muerte.

Así comienza a desplegar sus encantos “El gran vacío”, donde Murawiec nos brinda una ácida crítica sobre muchos de los aspectos que rodean nuestras actuales sociedades. El más evidente, el culto al yo desaforado o La necesidad de “ser” en redes sociales. No importa el “qué” o el “por qué”, solo estar ahí, en lo alto. Sentirse relevante, aunque no se aporte ningún valor en sentido estricto. Ser visible, aunque sea como un fuego artificial, que una vez que explota y brilla, se desvanece. Los quince minutos de fama de Andy Warhol llevados a las pantallas de los móviles. Todo eso está aquí. Asimilado y bien sintetizado.
De igual manera el contexto donde se desarrolla la historia es capital en el cómic.: la ciudad donde vive Manel es el centro “donde hay que estar”. Fuera de ahí está “el gran vacío”, entendiendo el vacío como la nada. Eso es lo que han aprendido los habitantes de la ciudad, condicionando su vida por ello. La urbe como contexto interconectado para cultivar mejor el ego…

Sin tomar prisioneros, Murawiec, pone el dedo en la llaga de forma tan brillante como inteligente. Grandes dosis de existencialismo y cuestiones filosóficas de fondo se vislumbran en “El gran vacío”. También un ritmo y tono donde Murawiec conjuga lo humorístico con lo absurdo, resultando tan audaz el resultado como certero.
En lo gráfico, el tebeo se eleva a través de un sencillo pero soberbio trazo llena de dinamismo. Donde el negro de la tinta china empleada reina en sus composiciones, salpicadas con ocasionales rojos y negros. Dominando en todo momento el ritmo de lo que quiere contar. Baste ver la inteligente distribución de viñetas en algunos momentos del relato, hecho que redunda en beneficio del relato. A ello súmese una frescura saludable en cuanto a encuadres, perspectivas extremas y una capacidad para ilustrar movimientos tan sencilla como efectiva. Si por lo argumental ya era original la propuesta, con la narrativa gráfica desplegada por Léa Murawiec en estas páginas, “El gran vacío” se erige como un cómic para atesorar.

Editado en Francia por Editions 2024 en 2021, Salamandra Graphic se ha encargado, con buen olfato editorial, de editarlo en castellano de forma sublime. 216 páginas en cartoné, que han contado con un excelente trabajo de maquetación y rotulación de Sergi Puyol, respetando la tipografía del original (que es un elemento esencial en la propuesta de Murawiec). Eso es lo que nos espera en “El gran vacío”. Un tebeo que llena por todo lo que expone y propone. Una lección de todo lo que se puede desarrollar entre viñetas. Una lectura que conquista, página a página, su lugar entre lo mejor que se ha hecho en el noveno arte últimamente. En definitiva, “El gran vacío” es un ejemplo de excelencia y audacia. De la queda en la memoria.
