Gilgamesh: Fresca y certera revisión

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La necesidad del mito en las sociedades ha estado siempre presente en toda la historia de la humanidad. Ejemplo de ello es el personaje que tratamos, origen conocido de la épica literaria. Nos referimos a Gilgamesh («𒄑𒂅𒈦»,» 𒄑𒉈𒂵𒈩») el protagonista de “La Epopeya de Gilgamesh”, obra que se le suele fechar entre el 2.150 y 1.400 antes de Cristo. Cinco poemas que previamente se habían trasmitido por tradición oral durante casi un siglo, y que mitificaron al quinto rey de Uruk, cuyo reinado nos lleva al siglo 26 antes de Cristo.

Sumergirse en Gilgamesh es pues sumergirse en lo más antiquísimo de la literatura épica que conservamos. El personaje histórico devino en héroe para transformarse en mito en el momento que se escribieron en sumerio los relatos que protagoniza. Cinco poemas épicos donde por primera vez se expresa la mortalidad del hombre y la búsqueda de la ansiada inmortalidad. ¿Cuento moral? ¿Mito forjado y mutado a través de siglos de transmisión oral? Puede que haya mucho de ello en aquellos versos que llegan hasta nuestros días. Con más certeza si podemos decir que Gilgamesh supone el punto de origen conocido para la épica que siempre ha acompañado a muchos relatos de ficción desde entonces. Este texto parte en varias direcciones si exploramos la literatura a lo largo de la historia y supone fuente o referencia, tanto a un nivel de alta cultura como para producciones más populares. Desde «la Odisea» hasta los relatos de fantasía heroica o de ciencia ficción, con parada obligatoria en algunos «pulps«, se expande el abanico donde podemos advertir rastros de lo que supone esta obra de 40 siglos de antigüedad. Hecho que, por otra parte, refleja que toda, la alta y la baja, es cultura sin más y forma parte de esa amalgama de deja a su paso el ser humano generación tras generación.

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Curiosamente Gilgamesh, tras cuatro mil años, sigue despertando el interés creador de varios autores. Un mito que en el comic ha servido tanto como referencia explícita como implícita y que en el concepto del superhéroe subyace en su estrato más esencial. De fondo, como ya decimos, la mortalidad y el vencer a la muerte: Cuestiones que siempre han avivado el interés en la humanidad. Desde Jack Kirby, Robin Wood o Jim Starlin, por citar solo unos cuantos, Gilgamesh ha sido una constante en el noveno arte. Constante que se mantiene, como es el caso del comic que centra nuestra atención hoy: “Gilgamesh” de Arnau López Mazorriaga, editado por Cósmica Editorial.


Este “Gilgamesh”, de un efectivo trazo minimalista, supone el debut como autor completo de Arnau López Mazorriaga, tras haber participado en “Trilogía Americana”, con un relato corto. En su puesta de largo , el autor asume riesgos y nos propone un fresco relato donde volver a recorrer la epopeya más antigua de la literatura que se conserva. La forma para llevarlo a cabo es una acertada secuenciación de la obra, donde de forma notable queda sintetizado lo que es este personaje y la aventura que protagoniza. Ideal esta manera para que cualquiera pueda disfrutar del tebeo, sin necesidad de conocer previamente nada del personaje. A partir de ahí ,el “camino del héroe” que propone López esta aderezado con refrescantes elementos tecnológicos que dotan de singularidad a su “Gilgamesh”. Elementos que entroncan con la esencia de la obra original, pues ¿qué es la magia o lo sobrenatural más que tecnología no entendida? Elementos que sirven para dejar perlas para la reflexión y para introducir otras que dan una nueva capa y sentido al mito, sin desdibujar en ningún momento el concepto de origen.

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Conforme avanza la lectura, un adecuado tono y ritmo va engrandeciendo una trama que se desarrolla de forma medidamente acertada. En contraste con la complejidad de la poliédrica obra que adapta, el trazo sencillo y minimalista adoptado por López hace que el tebeo fluya de forma orgánica, en un relato que sabe combinar los momentos más introspectivos con los expansivamente épicos.

Toda la inmensidad y épica que implica “Gilgamesh” se respira en estas páginas. Actual y atemporal, Dinámico y reflexivo, épico y fiel en esencia y, sobre todo, fresco en el objetivo que logra. Un ejemplo de como coger un mito y hacerlo suyo. Una lección de como adaptar una obra previa y darle la fuerza necesaria para que lo obtenido tenga su razón de ser propia, por la entidad que desprende en sus viñetas. Sin duda, Arnau López Mazorriaga ha entrado con su “Gilgamesh” en el mundo del tebeo por la puesta grande.

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