Loira: caudal de recuerdos y vida

Loira Texto 1

“Que extraño resulta entrar en un lugar familiar donde todo ha cambiado”


El ser humano es, en gran medida, lo que determina su presente y su pasado. Ese es el mayor capital de su existencia. Lo que vivió y lo que vive, pasos previos para lo que vendrá. En ocasiones, el pasado llama a la puerta para agitar el presente de algún modo, pudiendo redefinir lo pretérito y sirviendo de algún modo para que el individuo, en tiempo presente, pueda encontrarse. Como un rio que fluye. Como “Loira” (“Loire”), de Étienne Davodeau, editado en castellano por La Cúpula.

Louis, el protagonista de la obra, ha recibido un mensaje de Agathe, una antigua pareja suya. A pesar de que la relación finalizó décadas atrás de forma abrupta, dejándole ella por otro, Louis no la ha olvidado y se dispone al reencuentro. Entre la ilusión y la alegría, con la intriga que supone que ella se haya acordado de él tras años de silencio, un sexagenario Louis se dirige a la cita en esa casa en la que compartieron momentos. Pero la visita no va a ser lo que, a priori, Louis se imaginaba.

Loira Texto 4

Con esos parámetros Étiene Davodeau construye un relato costumbrista de recorrido tan pausado como intenso, en el que el mayor peso lo llevan, en lo literario, las relaciones humanas y páginas a acuarela de gozoso recorrido en lo gráfico. Al comienzo de la obra, el protagonista, antes de llegar a su destino, se baña en el Loira. Una metáfora espléndida de lo que espera unas páginas después, pues este cómic discurre como si Louis nadara entre recuerdos, para revivirlos o completarlos con vivencias de otros, en un viaje iniciático hacia una mayor comprensión, tanto de aquella expareja que le ha citado como de sí mismo.

Ya sabemos de la sensibilidad de Davodeau, exquisita en forma y fondo. Ejemplos de ello hay varios a lo largo de su carrera: “Caída de bici”, “Lulu mujer desnuda”, Los ignorantes” o “Corredores aéreos” ya han reflejado una voz autoral propia, pausada e intensa. En relatos en los que el qué importa tanto como el cómo, plagados de sutilezas y belleza gráfica. En ese sentido, “Loira” navega en la misma dirección.

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Sin estridencias, como el recorrido fluvial del rio del que toma nombre la obra, el tebeo va creciendo conforme se surcan sus páginas en una narración que apela a lo humano y a los recuerdos. Pero también al presente y al encontrarse ante las encrucijadas que la vida dispone en el camino.

Eso es “Loira”, costumbrista y a la vez íntimo, plagado de paisajes mayúsculos, tanto los ambientales como los emocionales. Una lectura que deja un surco que fluirá en quien se acerque a sus páginas. Conmoviendo en lo que cuenta. Maravillando con páginas en la que los tonos cromáticos refuerzan cada viñeta. Frescura y mesura, pues lo que aquí se sugiere potencia aún más lo que muestra, revelando una acertada construcción en su narrativa gráfica.

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En el mismo sentido, la figura de la protagonista ausente de la obra es tan grande como meritoria, por cómo está utilizada en el guion, pues a través de ella se nos muestra acertadamente al dramatis personae del tebeo, hecho que a todas luces refuerza esta sobria y lucida trama. Una en la que los silencios son tan necesarios como los diálogos, donde los paisajes sirven para conocer, tanto el entorno como a quien observa. Con un tempo marcado de forma soberbia en las composiciones de página, que refuerzan la pausada intensidad del relato.

Editado en Francia por Futuropolis, La Cúpula (casa natural de los trabajos de Davodeau en castellano desde hace varios años) nos presenta su edición en castellano, con traducción de Raúl Martínez Torres en un volumen en rústica con solapas de 104 páginas. Un caudal de emociones contenidas en páginas de excepcional belleza, esa que está en lo natural del paisaje y de las relaciones humanas. Por todo eso, conviene atravesar este «Loira» para contemplarlo con pausa y detenimiento, como si recorriéramos el mayor rio de Francia mientras el atardecer nos regala puestas de sol dignas de presenciar. Así es el caudal de recuerdos y vida que espera aquí.


“¿Sabes? En realidad me apetecía volver a verla”

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