Corto Maltés. La Reina de Babilonia: Eterna aventura

Corto Maltés La Reina de Babiblonia Texto 03

“- ¿Crees que el tesoro está ahí?
– No. Pero tengo una cita aquí.
– Ah. ¿Con quién?
– Con la Reina de Babilonia”

El 2014 trajo consigo una gran noticia para los amantes del tebeo clásico europeo: Casterman decidía continuar el legado del gran Hugo Pratt con una nueva etapa del inmortal Corto Maltés a cargo de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero. Quedaban inauguradas las nuevas aventuras del marinero aventurero con “Bajo el sol de medianoche” (“Corto Maltese. Sous le soleil de minuit”) a los que han seguido varios álbumes que mantienen la esencia del maestro Pratt en nuevos relatos, para gozo de sus fans.

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Pero la cosa no quedó ahí. En paralelo se ha llevado a cabo otra apuesta, una más arriesgada. Que no es otra que trasladar al lacónico aventurero al siglo XX. Una apuesta cuyos resultados ya fueron positivamente frescos en “Océano negro” (“Corto Maltese. Océan noir”), de Martin Quenehen y Bastien Vivès. Es esa nueva vía, alternativa y contemporánea, la que hoy nos ocupa. Pues ésta continua en un nuevo título: “Corto Maltés. La Reina de Babilonia” (“Corto Maltese. La Reine de Babylone”), recién estrenado en castellano por Norma Editorial.

Situémonos en otoño de 2002. Casi un periodo “entreguerras” entre los últimos estertores de conflictos como la guerra de los Balcanes y el comienzo de la guerra de Irak. Un joven Corto va a llevar a cabo, junto a una banda de modernos piratas, un suculento robo. En la banda, Semira, muchacha superviviente de la guerra fratricida que asoló Sarajevo. Tan bella como carismática, de la que Corto está prendado.

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Esa es la premisa de partida de esta historia de amor, aventura, muerte, duelo y redención. Una hábil puesta al día de Corto Maltés que funciona de forma certera. La razón estriba en la acertada caracterización de los personajes, especialmente en Corto, totalmente fiel a lo que representa el concepto original de Pratt. Más allá del entorno y contexto, el de finales del siglo XX, la esencia es la misma: la aventura, el mar y esa melancolía soterrada que supura Corto en ocasiones: un aventurero descreído que parece impasible. Contenido por momentos, pero creíble en todas las viñetas que aparece. Así es el Corto Maltés que aparece en “La Reina de Babilonia.”

Para que el encanto y hechizo sea perfecto hace falta trasladarlo de forma certera a las viñetas y de eso se encarga en cada encuadre y composición un magnético Bastien Vivès. Dominando con oficio el ritmo del relato, hace que las viñetas transmitan por si solas, sin necesidad de texto, capturando en todo momento la esencia de lo que supone este icónico personaje. Más allá, como digo, del contexto histórico en que se desarrolle la aventura, la sensación, tanto gráfica como literaria, es que estamos viendo en cada página al personaje creado por Pratt, con sus sutiles matices y esas miradas que dicen más que sus palabras.

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En el justo equilibrio de aprovechar el contexto del siglo XX – con su tecnología y entorno socio político – y el respeto a la esencia de la creación original navega este Corto Maltés moderno. Por todo ello, “La Reina de Babilonia” enamora en las 192 páginas editadas en cartoné por Norma, que cuenta con traducción de Eva Reyes de Uña y un texto a modo de epilogo a cargo del que fuera corresponsal de guerra en Bosnia y Herzegovina en los años 90, además de escritor, Jean Hatzfeld. Lo más atractivo: la aventura que espera aquí, tan fresca como respetuosa con el legado de Corto. La aventura eterna del marino aventurero, exótica y literaria. Bienvenida sea.

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